Por: Daniel Fischer
En los días
posteriores al terremoto de 2016, se respiraba un aire distinto, el ánimo en
las calles era otro y mediante recibíamos información estremecedora de lo que
había sucedido en la costa, éramos capaces de emprender acciones solidarias. El
Covid-19 nos ha puesto a prueba en 2020 y resulta necesario recordar el
aprendizaje que supuso el 16 de abril, reconocer que hay cosas que hemos
olvidado y aspectos en los que tendremos que mejorar.
Médicos, Bomberos,
paramédicos y muchas personas emprendieron el viaje hacia las provincias más
afectadas para ayudar como fuera posible. Lo hacíamos con la mejor de las
intenciones, aunque el otro lado de la moneda también se hizo presente. Muchas
donaciones no llegaron a quienes lo necesitaban y algunos almacenes doblaban el
precio de alimentos.
El mayor
aprendizaje que nos dejó el terremoto fue lo poco preparados que estábamos, que
la falta de organización entorpecía la entrega de ayuda y que debíamos destinar
recursos a ciertos sectores. Algo hicimos al respecto, pero hoy vemos un
sistema de salud que se esfuerza al máximo para atender la demanda de pacientes
por Covid-19 y otras afecciones.
Una vez más,
vemos que no estamos preparados y que somos capaces de grandes cosas, como de
las peores. Especulación de precios, desabastecimiento de insumos e imágenes
desgarradoras son el resultado de las acciones de quienes piensan en su
beneficio y de quienes no son capaces de dotar al sistema de salud de lo que requiere.
Cuando aparecen las necesidades verdaderas, una vez más, se desnudan nuestras
falencias.
El 16 de abril,
coincidió el 4to aniversario del terremoto que azotó la costa ecuatoriana en
2016 con el primer mes de cuarentena y hay mucho que recordar de aquel fatídico
16 de abril y que podría resultarnos muy útil en el momento actual y para el futuro.
Recordemos la
solidaridad que impulsó a que todos nos unamos bajo un objetivo y que seamos
empáticos con los demás, aprendamos para que la próxima vez estemos mejor
preparados. Dotemos al sistema de salud de los insumos, equipos y dispositivos
médicos necesarios sin descuidar la formación y capacitación del personal de
salud; y finalmente, aportemos todos desde donde nos corresponde.
Lo veremos
cuando todo esto termine… y ojalá, no sea igual.
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